Indagando en los recovecos de la física, encontramos a la energía como un concepto fundamental, una medida de la capacidad intrínseca de los objetos para efectuar trabajo. Ya sea en la quietud de las alturas transformándose en energía potencial, o en el frenesí de las partículas que se traduce en energía térmica, su omnipresencia es indiscutible. La fuerza de los vientos encarnada en la energía eólica y el resplandor del astro rey en la energía solar son apenas ejemplos del espectro de sus manifestaciones, cada una con sus propias peculiaridades y aplicaciones.
Energía potencial
Al hablar de energía potencial, nos referimos a la energía que un objeto posee debido a su posición o configuración particular dentro de un campo de fuerzas, como la ofrecida por la atracción gravitacional terrestre, la estructura de enlace químico o la deformación elástica. Tanto la energía química, agazapada en los enlaces moleculares, como la energía potencial elástica, latente en los objetos deformados, constituyen reservorios de capacidad para realizar trabajo a la espera de ser liberados en momentos oportunos.
Energía térmica
Manifestándose en el transporte de calor, la energía térmica es esa sensación palpable que emana de la combustión de combustibles fósiles, del núcleo ardiente que propicia la fisión nuclear, o de la conversión energética de la biomasa. Empero, se debe contemplar con una óptica crítica los impactos ambientales significativos de su obtención, tales como la generación de gases de efecto invernadero y las secuelas dañinas en los ecosistemas naturales que amenazan con desequilibrar el frágil balance de nuestro planeta.
Energía eólica y solar
La energía eólica susurra promesas de sustentabilidad al capturar el vigor del viento. Los aerogeneradores son sus alquimistas, transmutando el aire en preciosa energía eléctrica. En paralelo, la energía solar, hija del sol, atrapa la radiación solar para, de igual forma, conjugarla en electricidad. Ambas energías representan visiones de futuro alimentadas por sus ventajas potenciales: disponibilidad y menor impacto ambiental. Aún así, se torna imprescindible continuar las investigaciones para optimizar su eficiencia y hacer más accesible su implementación.
Greenpeace, la organización ambientalista, ha recalcado en un estudio reciente la promesa de la energía solar fotovoltaica. Este recurso ilimitado y limpio de contaminantes se posiciona como un bastión de esperanza, una fuente de energía renovable paradigmática para el porvenir.
El movimiento imparte una cualidad dinámica a los objetos: la energía cinética. Es este vigor el que se traduce en la capacidad para efectuar trabajo. Definiéndose como la fuerza que se ejerce sobre un cuerpo que recorre una distancia en el sentido de esa fuerza, resulta obvio que el objeto más raudo será aquel que acumule mayor energía cinética y, por ende, una ampliada capacidad de trabajo.
Distinguiremos dos caras de la moneda cinética: la traslacional, que denota el desplazamiento lineal—piense en un automóvil deslizándose por una autopista—, y la rotacional, que captura el giro tal como en el rodar de una rueda. Entonces, el vehículo entero simboliza la energía cinética de traslación, mientras que las vueltas de su neumático ejemplifican la rotacional. La energía cinética se calcula según la ecuación Ec = (½)m * V^2, lo que implica que un objeto con gran masa y velocidad llevará consigo mayor energía cinética, liberándola al ejecutar su trabajo.
La energía cinética forma una parte integral de la energía mecánica, junto con la energía potencial, que yace en todo objeto estacionario, anticipando ser despertada con el movimiento. La vida diaria está repleta de ejemplos donde la energía cinética juega papeles protagónicos: los automóviles que nos transportan, las hélices que movilizan el agua para generar energía hidráulica o eléctrica, o los aviones que surcan los cielos donde la energía cinética se torna crucial para mantenerse desafiando la gravedad.
Por su movimiento relativo, la energía cinética se define como el trabajo necesario para acelerar un objeto desde el reposo hasta una velocidad dada. Depende de la masa y la celeridad del objeto, siendo mayor en aquellos más pesados y veloces. Es esta energía la que hace posible que un objeto realice trabajo, esto es, moverse a través de una distancia. Cuanta más energía cinética, mayor será la cantidad de trabajo que puede desempeñar; y con menos energía cinética, el trabajo ejecutable disminuye.
A lo largo de la historia, la relación entre energía cinética y trabajo ha sido pormenorizada mediante experimentos y desarrollada teóricamente por mentes brillantes como Leibniz, Bernoulli, ‘s Gravesande, du Châtelet, Coriolis y Kelvin. Pero la energía cinética no navega en solitario, es una entre diversas formas de energía, incluyendo la potencial, la química, la eléctrica y la nuclear, cada una con su singular vínculo con la capacidad para realizar trabajo.
Qué es la energía cinética y cómo se relaciona con la capacidad de un cuerpo para realizar trabajo
La energía cinética es la esencia del movimiento, el potencial incandescente de un cuerpo deslizándose por el espacio-tiempo para ejecutar trabajo. Está inextricablemente ligada a las propiedades de masa y velocidad, y se manifiesta como energía cinética traslacional, asociada a los movimientos en línea recta y calculable mediante la fórmula E_c=1/2mv^2, donde ‘m’ simboliza la masa y ‘v’ la velocidad.
El trabajo desplegado sobre un objeto se refleja en la variación que este experimenta en su energía cinética. El trabajo que permite la modificación de la cantidad de movimiento es el producto de la fuerza en dirección al desplazamiento y la distancia recorrida. Se calcula multiplicando la componente de la fuerza que alinea con el movimiento por la distancia abarcada.
La ecuación de la energía cinética representa el trabajo imprescindible para que un objeto eleve su velocidad desde el estado de reposo hasta su magnitud actual. La alteración en la energía cinética de un cuerpo es equivalente al trabajo neto practicado sobre él. Si sometemos a un objeto a una fuerza y este se mueve en consonancia, se realiza trabajo y como resultado, se incrementa la energía cinética.
Para computar el cambio en la energía cinética de un objeto utilizamos ΔE_c=E_{c_2}-E_{c_1}, lo que nos brinda la magnitud de energía cinética ganada o perdida y tiene correspondencia con el trabajo neto efectuado. El trabajo neto se calcula como la suma de todos los trabajos que influyen en el objeto.
- Resulta fundamental utilizar unidades de medida apropiadas al emplear las fórmulas. En el caso de la energía cinética se usa el joule (J), la masa en kilogramos (Kg) y la velocidad en metros por segundo (m/s). Para el trabajo, igualmente se usa joule (J), la fuerza en newtons (N) y la distancia en metros (m).